Todo comenzó después de Roland Garros. Andy Murray, aún número uno del mundo, perdió en semifinales de ese torneo ante el suizo Stan Wawrinka y la cadera, esa que ha sido operada este martes en Londres, comenzó a torturarle. El escocés, que había completado un fantástico 2016, llevaba un 2016 gris endulzado únicamente con el título en Dubai. Atropellado por la sorpresa de Mischa Zverev en Australia y vapuleado en la gira de arcilla hasta Roland Garros, Murray se encontraba agotado física y mentalmente después de tocar el techo en 2016. Las alarmas sobre su estado se despertaron cuando cayó ante el australiano Jordan Thompson en la primera ronda de Queen’s, escenario en el que había levantado el trofeo en cinco ocasiones, y más aún cuando no pudo competir en la exhibición londinense de Hurlingham, previa a Wimbledon y más aún.