Ocurrió cerca del mediodía, en la habitación del segundo piso del sanatorio Ipensa de La Plata. Tras someterse al chequeo general, luego de una mañana en la que había estado más tranquilo (desayunó, realizó una caminata, habló con sus hijas y vio tenis por TV), Leopoldo Luque se acercó a Diego Maradona para darle el diagnóstico en profundidad. Sin eufemismos, le dijo al ex capitán de la Selección que lo tenían que operar por un hematoma subdural que pudo advertir en la resonancia magnética. Le indicó que la intervención, dentro de los parámetros normales, demoraría entre 40 minutos y una hora (duró poco más de 60 minutos). Y le dio una referencia que le dio pie a una ocurrencia con el sello del Diez. Desde que fue internado en el sanatorio Ipensa estuvo acompañado por Johny (su sobrino, hijo de la Morsa Espósito y Betty, una de sus hermanas), Maxi Pomargo (cuñado de Matías Morla y mano derecha del Diez), su ex pareja Verónica Ojeda y Sebastián Sanchi, su jefe de prensa. Instantes antes de ser derivado a la Clínica Olivos apareció su hija Gianinna, con la idea de acompañarlo en el viaje en ambulancia. Y en Zona Norte se apostó Jana, otra de sus herederas, para darle apoyo allí. Luego se sumó Dalma y también las hermanas del astro.