El Manchester City hizo historia el martes pasado al superar 2-0 en su estadio al París Saint-Germain (PSG), y cerrar ayer por 4-1 el marcador global y clasificarse a la final de la Champions League. Pep Guardiola volverá así a jugar la final del certamen europeo más prestigioso, luego de la de 2011 al frente del Barcelona, cuando le ganó al United. El conjunto francés, que no pudo contar con Kylian Mbappé por lesión, arrastra el karma de seguir sin poder levantar el trofeo. El equipo local arrancó el encuentro apostando por su típica presión alta para complicar la salida del elenco francés que pese a esto pudo armar juego desde el fondo y generar juego ofensivo interesante, sobre todo con Ángel Di María como principal herramienta de desequilibrio. A los 10 minutos llegó la apertura del marcador para el City. Fue un pase largo de Ederson para Zinchenko, quien picó por izquierda a la espaldas de una defensa adelantada del PSG que había achicado hasta mitad de cancha. El lateral escapó y al acercarse al área soltó atrás para Kevin De Bruyne, quien se acomodó para su pierna más hábil y desenfundó un tiro con el arco de frente que se desvió en uno de sus marcadores y le cayó a Riyad Mahrez, quien apareció por la derecha a toda velocidad y definió al segundo palo para el 1 a 0. En el complemento, el PSG intentó algo más, adelantando sus líneas, pero le costó poder doblegar a un Manchester City que hizo un trabajo defensivo prácticamente perfecto porque no permitió que su rival encuentre espacios y patee con comodidad al arco de Ederson. Así, logró el 2 a 0. Fue en un contragolpe a toda velocidad y con precisión ideal encabezado por Phil Foden y Kevin De Bruyne por la izquierda que terminó con un centro raso del inglés hacia el otro palo para que nuevamente Mahrez, libre por derecha, defina de zurda con el arco a su merced.