Surrealismo. No se puede definir de otra manera lo vivido ayer en el Camp Nou. Las gradas se poblaron de aficionados del Eintracht, casi la mitad del aforo, cuando sus aficionados solo disponían de 5.000 localidades. Las localidades vendidas por el club, de los socios en excedencia, quedaron en manos de los alemanes, a las que hubo que añadir las posibles reventas y otro factor que añadió el asesor a la presidencia, Enric Masip, como sería la venta de carnets de los socios. En realidad, los colores del conjunto de Frankfurt mandaron en Barcelona durante toda la jornada. Más de 25.000 hinchas llegaron a la capital catalana y cortaron las principiales arterias de la ciudad, como la Avenida Diagonal y las vías del tranvía, para acceder al campo. Lo hicieron de forma ruidosa y masiva, además de dando muestras de una alta ingestión de cerveza. En los aledaños del campo se vieron muchos cascos de botellas rotos y desperfectos varios. Una vez en el Camp Nou, los 5.000 con entrada accedieron a su espacio habilitado con normalidad y los que habían adquirido las entradas por internet o distintos canales de dudosa legalidad, se fueron mezclando con los seguidores culés. No se registró enfrentamientos entre las aficiones, sobre todo por la sangre fría de los culés que tuvieron que aguantar a sus rivales al lado saltando e incumpliendo normas como la de fumar en el recinto o llevar mascarilla.