Cinco días después del seísmo, de magnitud 6,8 en la escala de Richter, las operaciones de rescate están llegando al final, habida cuenta de la escasa probabilidad de encontrar a supervivientes entre los escombros, como explica el coordinador de emergencias de la ONG en Marruecos, John Johnson, en declaraciones a Europa Press.
El Gobierno marroquí estima en unas 3.000 las víctimas mortales, mientras que la cifra oficial de heridos no dejó de aumentar y el martes superaba ya los 5.500.
Johnson habla desde Marrakech, punto de partida para que los equipos de la organización hayan recorrido en los últimos días áreas más cercanas al epicentro como Amizmiz y Tahnaout. «No hemos visto grandes necesidades que no estén ya cubiertas», explica el responsable de MSF, que antes del seísmo no tenía presencia en Marruecos y se centraron básicamente en apoyo logístico.
Parte de los heridos fueron evacuados a hospitales de otras ciudades de Marruecos y, al mismo tiempo, hasta la zona cero se desplazaron médicos y enfermeras de localidades alejadas como Rabat y Casablanca, destaca Johnson.
«Ahora empieza la fase en la que aparecerán los problemas a largo plazo», que van desde la rehabilitación de quienes sufrieron heridas a la atención de la salud mental, ya que hay personas traumatizadas por lo que vivieron. A ello se suman otras carencias al margen del aspecto meramente médico, como pueden ser la distribución de agua y comida o garantizar que todos aquellos ciudadanos que se quedaron sin casa vuelvan a tener un techo. (Europa Press)