Los organizadores del evento comunicaron que las puertas y el aeropuerto de entrada y salida de Black Rock City, la metrópolis temporal que aparece cada año en el desierto, permanecerían cerrados y dieron a los asistentes la orden de dosificar agua, comida, combustible y de buscar cobijo.
«La entrada y la salida están detenidas. No se permite conducir hasta que la superficie de la playa se seque, a excepción de los vehículos de emergencia», explicaron los responsables en la red social X, antes conocida como Twitter.
Más de 73.000 personas acudieron al festival, según el Reno Gazette Journal, aunque se desconoce cuántas de ellas se vieron afectadas por las restricciones debidas a las inclemencias meteorológicas.
Lejos de mejorar sus predicciones, el Servicio Meteorológico Nacional en Reno, Nevada, advirtió que el mal tiempo no ha terminado y avanzó que se espera que las lluvias y tormentas eléctricas continúen.
Las alertas por inundaciones continúan vigentes en el noreste de Nevada. El tiempo en el festival de este año contrasta fuertemente con el del año pasado, cuando las temperaturas fueron de tres dígitos, alcanzando los 105 grados Fahrenheit (40,5 grados Celsius), recoge CNN.
Este año, el festival estuvo marcado por distintos incidentes desde su inicio. El 27 de agosto, día de la inauguración, activistas climáticos y anticapitalistas bloquearon una carretera que conduce a Burning Man, dando lugar a atascos que se extendieron a lo largo de varios kilómetros.
El bloqueo pretendía, según un comunicado de la coalición de grupos activistas que organizó la protesta, Seven Circles, poner de relieve la incapacidad del capitalismo para hacer frente al colapso climático y ecológico. (Europa Press).