De esta manera varios testimonios recogen en primera persona de más de 200 personas que vieron cómo sus vidas cambiaban prácticamente de un día para otro.
El estudio, elaborado a partir de entrevistas a personas de entre 14 y 24 años tanto en Ucrania como en Moldavia, Polonia y Rumanía, concluye que estos jóvenes no están adquiriendo conocimientos académicos suficientes y se sienten más desmotivados y menos centrados en los estudios, por lo que claman por una reforma y una vuelta cuanto antes de las clases presenciales.
En el caso de las mujeres que representan a dos de cada tres personas entrevistadas, piden expresamente que el conflicto sirva como para acabar con la discriminación machista y para dar pasos en materia de educación sexual y prevención de la violencia.
Además, los jóvenes hablan abiertamente de sus problemas de salud mental, derivados del miedo a sonidos fuertes y repentinos, el temor a la muerte de familiares o los recuerdos traumáticos, por lo que piden servicios de asistencia gratuita y apoyo psicosocial, tanto para ellos como para todas las personas afectadas por el conflicto.
«Rezaba para que las bombas cayeran cada diez segundos, en lugar de cada dos. Mi salud mental, como la de la mayoría de los jóvenes que sufrió el conflicto, no está bien. Hace más de un año que no veo a mi familia y estoy aquí sola», lamenta una refugiada de 18 años de Jersón que ahora vive en Rumanía.
Plan International, que hiso coincidir la publicación de este informe con la Conferencia para la Recuperación de Ucrania que acoge Londres, reclama que los responsables políticos escuchen sus propuestas y tomen decisiones con un enfoque de infancia y adolescencia. «Plan International crea espacios para la participación de los y las jóvenes en la toma de decisiones sobre las políticas que les afectarán ahora y en el futuro, especialmente en la construcción de paz porque son la generación que reconstruirá el país», aseguró la responsable de la ONG en España, Concha López. (Europa Press)