«La decisión de la Fundación Nobel de invitar a todos los embajadores a la ceremonia de entrega de los premios, en línea con la práctica previa, provocó firmes reacciones», dijo la Fundación Nobel en un comunicado publicado a través de su página web.
Explicó también que la decisión se debió a que consideró importante y adecuado difundir de la forma más amplia posible los valores y mensajes que defiende el Premio Nobel, antes de recordar el claro mensaje político en 2022 con la entrega del Nobel de la Paz a defensores de los Derechos Humanos de Rusia y Bielorrusia, y a ucranianos que trabajan documentando crímenes de guerra rusos.
«Reconocemos las firmes reacciones en Suecia, que opacaron totalmente este mensaje», manifestó, antes de desvelar que la Fundación Nobel, elegió por ello repetir la excepción del año pasado a la práctica regular, lo que implica no invitar a los embajadores de Rusia, Bielorrusia e Irán a la ceremonia en Estocolmo», si bien «todos los embajadores serán invitados a la ceremonia en Oslo».
El director ejecutivo de la fundación, Vidar Helgesen, develó la vuelta a la política habitual de invitaciones, que incluyó además a representantes de la ultraderecha. «Está claro que el mundo cada vez está más dividido en esferas», dijo.
Los argumentos para justificar el gesto en un mundo cada vez más polarizado no convencieron a los principales partidos de Suecia. El primer ministro, Ulf Kristersson, reconoció su sorpresa y señaló que, aunque la Fundación Nobel es libre para tomar sus propias decisiones, él no habría sido tan generoso en cuanto a invitaciones. (Europa Press).