Erdogan confirmó que, si no ocurre nada extraordinario, estará en la cumbre de Vilna, para la que reconoció que Estocolmo tiene algunas expectativas. No en vano, tanto el Ejecutivo sueco como la propia Alianza Atlántica confiaban en que las partes pudiesen limar asperezas y el país nórdico pasase a ser finalmente el Estado miembro número 32.
El mandatario turco, que habló con los periodistas a su regreso de una visita a la zona norte de Chipre, no se ve capaz por ahora responder a las expectativas suecas, un jarro de agua fría que precede a la reunión a cuatro bandas prevista para este mismo martes en Ankara y a la que asiste también Finlandia.
Erdogan insistió en que hay «terroristas manifestándose en las calles de Suecia», en alusión a los movimientos prokurdos a los que Turquía quiere poner freno, especialmente en lo que se refiere a cualquier posible respaldo al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Durante este último año, el Gobierno turco también criticó la quema de ejemplares del Corán.
«¿Para qué están las fuerzas de seguridad? ¿Qué deben hacer para frenar las actividades (terroristas)?», se preguntó Erdogan, según el periódico ‘Hurriyet’. Turquía considera que Suecia aún no acató todos los acuerdos que suscribió en junio de 2022, en el marco de la cumbre de líderes que acogió España.
EL PAPEL DE HUNGRÍA
En la OTAN no son optimistas sobre que la adhesión de Suecia, pendiente desde hace más de un año, sea antes de la cumbre de Lituania (11 y 12 de julio), pero sí confiaban al menos que Erdogan lo anunciase durante el propio foro, con vistas a que fuese efectiva a partir de octubre, cuando se vuelve a reunir el Parlamento turco tras el receso de verano.
Además del aval de Turquía, a Suecia le queda también por conseguir el de Hungría, si bien todo apunta a que ambos irán de la mano. De hecho, el ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, confirmó en una entrevista a la agencia turca Anatolia que los dos países se informan de sus futuros pasos sobre este tema.
En el caso de Hungría, los recelos a Suecia derivan de los supuestos «insultos» recibidos. «Dicen que Hungría no es una democracia, sino una dictadura», lamentó el jefe de la diplomacia húngara, que considera que las autoridades suecas se inmiscuyen en cuestiones internas que no le competen. (Europa Press)