Una entrada autóctona dio inicio ayer a las actividades culturales de la festividad de la Virgen de Urkupiña, que se celebra a mediados de agosto de cada año en el municipio de Quillacollo del departamento de Cochabamba.
El evento comenzó con una ofrenda a la Madre Tierra y una comida comunitaria.
Posteriormente, cientos de bailarines de las provincias cochabambinas participaron agrupados en más de 80 agrupaciones de danzas como las sicureadas, las tarqueadas, los wititis, los chicheños, las moseñadas y las pinquilladas.
Las principales calles del municipio de Quillacollo se llenaron de la mejor música autóctona regional, que fue interpretada con instrumentos de viento, percusión y cuerdas.
Los bailarines hicieron gala de sus mejores trajes tradicionales, que generalmente son polleras, fajas, sombreros con tejidos y plumas y ponchos.
La entrada autóctona se realiza por devoción a la Virgen de Urkupiña, cuya festividad principal se celebra cada 15 de agosto.
Miles de peregrinos, devotos y turistas llegan desde diferentes regiones del país y del extranjero al municipio de Quillacollo, para rendir homenaje a la Virgen María Asunta, que según la tradición se apareció a una niña pastorcita en el siglo XVII.
El origen de esta festividad se remonta al año 1690, cuando una niña llamada María Quispe cuidaba su rebaño de ovejas en las colinas cercanas a Quillacollo.
Un día, se le apareció una señora con un niño en brazos, con los que jugaba y conversaba en quechua, el idioma local. La niña llamaba a la señora “la mamita” y al niño “el niñito”.
Un día, la niña fue a buscar a sus padres para que vieran a sus nuevos amigos, pero cuando llegaron al lugar, la señora y el niño habían subido al cerro. La niña señaló con el dedo y dijo: “Jaqaypiña urqupiña, urkupiña”, que significa “ya está en el cerro”. Desde entonces, la señora fue conocida como la Virgen de Urkupiña, que quiere decir “la que está en el cerro”.