Isla del Sol (EL DIARIO) Edwin Conde Villarreal, Enviado Especial.- Los habitantes de la comunidad Yumani de la isla del Sol del lago Titicaca, realizarán un ritual ceremonial milenario esta semana en la bahía Japapi para el resguardo de los granizos y en la espera de las lluvias del período del jallupacha (tiempo húmedo) que son necesarias para el riego de sus zonas de cultivos y donde iniciaron la siembra de productos agrícolas.
Los rituales se extenderán durante noviembre, en las montañas ceremoniales de la isla del Sol y en otros lugares considerados “sagrados”, a pesar de la sequía, los comunarios e isleños aprovecharon la escasa precipitación pluvial de hace dos semanas para cumplir con el “sata qallta” (inicio de siembra), un acontecimiento que también forma parte del ritual vinculado al ciclo agrícola y que se originó hace milenios.
Al inicio de octubre pasado, el lago navegable más alto del mundo, el Titicaca, según la Estación Hídrica de Huatajata, rompió el récord de su nivel mínimo al haber alcanzado un descenso de 2,92 metros, que representó un nivel con siete centímetros por debajo del registro histórico de 1996.
Según indagaciones científicas del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo (IRD por sus siglas en francés) que estudia por décadas el comportamiento del Titicaca, desde hace una década las precipitaciones han disminuido en la región lacustre, lo que ocasiona, inevitablemente, un “desbalance entre la cantidad de precipitación y la evaporación del agua”. A ello se suma la contaminación ambiental con aguas residuales provenientes de ciudades y poblaciones circunlacustres, además de otras lejanas como El Alto, Laja y Viacha.
CONTRA EL GRANIZO
El Secretario General de la comunidad Yumani al sur de la isla del Sol, Pablo Callisaya, anunció que el próximo 7 de noviembre se tiene previsto cumplir con el ritual ceremonial, destinado a la protección de los cultivos contra el granizo. “Vamos a ir a la bahía Japapi y en un lugar realizaremos este ritual para que no vengan los granizos y no destrocen nuestros sembradíos”, agregó.
Anunció que en las siguientes semanas de noviembre también visitarán el cerro Khapía, desde donde recogerán agua para cumplir con otras ceremonias en la isla del Sol, que es otra forma de pedir que lleguen las lluvias del jallupacha y así evitar que se sequen sus cultivos de papas, habas, ocas, además de otros productos agrícolas.
La isla del Sol, con unos 12 kilómetros de largo y unos cuatro de ancho, guarda los vestigios y rastros de culturas prehispánicas que edificaron estructuras ceremoniales y habitacionales. En Yumani se encuentra el Palacio de Pilkokaina, una edificación lítica ritual que fue restaurada este año y que revela que poseía dos plantas y una terraza, se encuentra al extremo sur de la isla con su ingreso principal desde donde se observa la Cordillera Real.
En el extremo norte de la isla del Sol se ubica la comunidad Challapampa, donde se encuentran otras edificaciones arqueológicas con atractivos turísticos como la Chinkana y formaciones naturales líticas. Al centro está la comunidad Challa, sin embargo, un conflicto entre ambas poblaciones ahuyentó al turismo antes de la pandemia ocasionada por el coronavirus.
Callisaya explicó que hace unas dos semanas se cumplió el “sata qallta” (inicio de siembra), porque llovió poco, los comunarios aprovecharon y sembraron, pero no se puede completar esa siembra, mientras no lleguen las precipitaciones.
Sin embargo, la carencia de lluvias o la insuficiente precipitación pluvial que se pueda registrar desde diciembre próximo en las comunidades de la región del lago Titicaca y del resto del altiplano arriesgarán los cultivos agrícolas, y es posible que el próximo año, ocurra una escasez de la papa y otros productos en los mercados de las ciudades.
El Titicaca tiene una superficie aproximada de 8400 km2, es un reservorio compartido entre Bolivia y Perú, se divide entre el lago mayor o Chucuito con 7133 km2 y una profundidad aproximada de más de 200 metros y el lago menor o Wiñaymarca con 1426 km2 y con menos de nueve metros de fondo, conectados por el estrecho de Tiquina. Estudios hídricos revelan que el 90 por ciento de las aguas del espejo lacustre se evaporan, mientras que las precipitaciones pluviales aportan sólo con el 50 por ciento.
TODAVÍA NO LLUEVE
El habitante de Marka Kosko cerca de Copacabana en el lago Mayor del Titicaca, Juan Carlos Chambilla lamentó que con la sequía que se registra en la región no haya alimento para el ganado, por lo que algunos pobladores proceden a liquidar o vender sus animales en ferias locales a precios abaratados antes que se mueran, además los cultivos pueden secarse.
“La disminución del nivel del lago es notoria y es visible, por ejemplo, en el Estrecho de Tiquina al cruzar se puede ver que el agua ha bajado y los muelles se amplían cada vez más en su extensión”, informó Chambilla.
Reiteró que el ganado que tienen las comunidades puede enfermar por la carencia de agua y que pueden morir irremediablemente. Dijo que en la localidad de Copacabana también hay cerros donde se realizan rituales para pedir que llueva, pero “es más importante tomar previsiones como cosechar agua o tener reservas bajo tierra, hay que prever este período que cada año es más extremo”.
El ciclo agrícola de la región lacustre y del resto del altiplano se divide en dos importantes períodos: el awtipacha o tiempo seco y el jallupacha o temporada húmeda, que debe comenzar en las primeras semanas de noviembre y se prevé que se extienda hasta febrero.
Los cultivos dependen en gran medida de ambas temporadas para la llegar a la cosecha que coincide con carnavales; sin embargo, desde hace una década no llueve lo suficiente en el lago, el calor extremo con elevadas temperaturas ocasionadas por el calentamiento global ha cambiado el ciclo agrícola que se repetía por milenios, permitiendo el desarrollo de las culturas prehispánicas.