Fuentes de la Administración Biden confirmaron a la cadena NBC que el tema está bajo discusión, como también acabó reconociendo el jefe del Estado Mayor conjunto de EEUU, el general Mark Milley.
Las fuentes indican que un posible anuncio al respecto podría tener lugar a principios de este mes y que existe, ahora mismo, cierta inclinación a favor de la entrega de esta munición convencional mejorada de doble propósito (DPICM) por sus siglas en inglés, y que en realidad es un arma de alcance indiscriminado, responsable de la muerte y de la mutilación de cientos de civiles cada año en todo el mundo.
Otras fuentes oficiales estadounidenses indicaron que este tipo de munición tendría sin duda un efecto significativo en el campo de batalla, pero existe el problema de que Estados Unidos tendría que enfrentarse a una seria reacción internacional si finalmente decide aprobar el envío, al margen de que el propio Ejército estadounidense ya había mostrado sus recelos hacia el uso de las bombas de racimo por el peligro que representaban hacia la población civil.
Concretamente, la Convención sobre las Municiones de Racimo de 2008, firmada por más de un centenar de estados, entre ellos por ejemplo Alemania, Francia, Reino Unido, Italia o España, prohíbe terminantemente a sus 107 firmantes el uso, desarrollo, producción, adquisición, almacenamiento y transferencia de esta clase de armamento.
Aunque Washington no es firmante, cabe recordar que el Ejército estadounidense comenzó a reducir la producción de esta munición en 2016. Un año después, un informe del Mando Central del Ejército de EEUU describía el terrible efecto de los cientos de pequeños explosivos diseminados por cada cohete portados contra las poblaciones civiles.
La munición de racimo ya fue empleada por Rusia en la guerra de Ucrania, según denuncian ONG como Amnistía Internacional, como por ejemplo en el ataque ocurrido el 25 de febrero de 2022, al poco de empezar la guerra, contra un refugio civil en el noreste de Ucrania.
“No hay justificación posible”, lamentó en su momento la secretaria general de Amnistía, Agnès Callamard, “para lanzar municiones de racimo en áreas pobladas, un arma inherentemente indiscriminada, prohibida por convenciones internacionales y que demuestra un flagrante desprecio por las vidas de los civiles”. (Europa Press).