Consto Rene Apaza Larico
El diálogo como método de enseñanza y de aprendizaje tiene amplia extensión en las variantes educativas y didácticas actuales. Se ha constatado la importancia de estimular el diálogo en el aula, con nuevas formas, que no se limiten al conocido «diálogo pedagógico», entre docente y estudiante, Se trata de que participen los estudiantes, en grupo completo o en subgrupos para propiciar la discusión, el intercambio de opiniones y experiencias acerca de temas de estudio y de interés general. El diálogo es una de las vías para la participación escolar, la que resulta imprescindible cuando se busca un aprendizaje de calidad. Algunos enfoques, como el de aprendizaje cooperativo, el socioconstructivismo, el paradigma crítico reflexivo, entre otros, materializan estos presupuestos.
La relación entre diálogo y pensamiento es reconocida en la literatura y en la investigación psicológica y pedagógica. Vigotsky al abordar los vínculos entre pensamiento y lenguaje, expresó la idea de que el pensamiento es interiorización del diálogo. Las personas que se involucran en un diálogo reflexivo, no sólo lo reproducen en su interior una vez que ha concluido, sino que lo personalizan y reelaboran.
A partir del afecto motivacional, el diálogo favorece la búsqueda de sentidos y la satisfacción de verdaderos motivos cognoscitivos. En general, el diálogo amplía las posibilidades de una interacción abierta y plena entre estudiantes y entre éstos y docentes.
Así el diálogo se convierte en una estrategia de trabajo esencial, una vez que es comprendida su relación con el pensamiento y la de ambos con la creatividad. Su uso más amplio dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje nos encamina a oponernos a una concepción tradicional y errónea en torno a la relación entre docentes y estudiantes. Sobre cómo éstos últimos deben comportarse durante las clases, lo que ha sido asumido en épocas interminables en nuestras formas educativas y en la educación mundial, en general.
Debemos enfatizar este aspecto del diálogo al que hacemos referencia. No pretendemos que los niños repitan en el aula una manera informal de conversar, o que dialoguen sobre temas insustanciales, banales. No se trata de cualquier diálogo. Estamos hablando de una interacción dirigida, en tanto los niños tienen un propósito, profundizar sobre temas diversos, referidos no sólo a contenidos de las materias, sino también a valores, experiencias individuales, entre otros. Pero siempre bajo la óptica de opinar con buenos argumentos, problematizar lo que allí se trata y reflexionar desde diversos puntos de vista. Es un ejercicio grupal para abordar asuntos escolares u otros temas extracurriculares, aunque se puede establecer relaciones entre ellos.
El docente es, además, un modelo para niñas y niños, pues aun cuando tiene un rol determinado, está allí junto a sus alumnos, haciendo buenas preguntas, razonando con ellos y ejecutando las habilidades para pensar, que los educandos deben hacer suyas. Como podemos apreciar, todos aprenden, docentes y estudiantes, ambos actúan para apropiarse de habilidades y recursos del buen pensar.
Es prioritario escuchar en todo proceso, más aún en el de enseñanza – aprendizaje, esto ayuda a ampliar los conocimientos y conocer la situación del prójimo. Aprendamos a ser empáticos.