El Vaticano confirmó recientemente la decisión de Francisco de que el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) viaje próximamente a Kiev para mantener conversaciones con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski y tratar de cimentar un alto el fuego en el conflicto.
Zuppi agradeció a Francisco la confianza por confiarle la misión de paz en Ucrania y por su profecía, tan rara hoy, cuando hablar de paz parece evitar tomar partido o no reconocer las responsabilidades que tiene cada uno. «La Iglesia y los cristianos creen en la paz, todos estamos llamados a ser artífices de paz, más aún en la terrible tormenta del conflicto», agregó.
Del mismo modo, explicó que durante la Segunda Guerra Mundial la Iglesia estuvo entre la gente y sobre el terreno y ha defendió que hagan lo mismo en el conflicto en Ucrania. «Somos el pueblo de la paz, empezando por Jesús, que es nuestra paz. Lo somos por la historia de nuestro país, por su ubicación en el Mediterráneo, bisagra entre el Norte y el Sur, pero también entre Oriente y Occidente. Lo somos por las raíces más profundas y características de nuestro pueblo», ratificó.
Durante su alocución en la presentación de la Asamblea de la CEI, Zuppi abogó por mantener los planes de ayuda a los desplazados por el conflicto, que arrancó en febrero del año pasado con la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas. «La solidaridad con los refugiados, los de Ucrania, pero no sólo es una acción de paz», enfatizó.
«Hospitalidad y natalidad no sólo no se oponen, sino que se complementan y nacen del deseo de mirar al futuro», reiteró el cardenal italiano al hilo de las recientes declaraciones del Papa Francisco en los Estados Generales de la Natalidad.
Zuppi lamentó que a menudo las parejas jóvenes no puedan formar una familia simplemente por la precariedad laboral o por la falta de políticas de apoyo, empezando por la vivienda.
Aseguró también que la acogida de la vida naciente va acompañada de puertas cerradas a refugiados y migrantes. Del mismo modo, criticó que hay un nivel de dificultad burocrática que dificulta el camino de la integración, las reagrupaciones familiares, el largo tiempo que se tarda en obtener los permisos de residencia.
«Somos un país en extinción. Necesitamos inmigrantes para vivir: las empresas, la familia, la sociedad los demandan. No sembremos de obstáculos, con una sombra punitiva, su camino en nuestro país», dijo Zuppi sobre la baja natalidad en Italia. (Europa Press)