Luz Castillo Vacano
Aunque ya existía mucho antes, fue desde la pandemia que se popularizaron las reuniones virtuales tomando la forma, por ejemplo, de seminarios o clases virtuales. Esta tecnología permite libremente emplear el audio para sostener conversaciones, la cámara para visualizar a los participantes y compartir las pantallas para mostrar contenidos en forma de texto e imágenes. Sin embargo, cada vez es más frecuente que estas reuniones sean realizadas con las cámaras desactivadas, es decir, que los participantes prefieran no mostrar sus rostros mientras dura la reunión. De esta forma, quienes prefieren hacerlo, generalmente el que modera o conduce la reunión, es el único que da la cara en la reunión.
De esta forma, se retorna, de alguna manera, a la comunicación por radio donde era frecuente y necesario decir frases clave como: “¡Cambio! ¡Cambio!” o “¡Te copio!” para dar lugar al interlocutor o hacerle saber que se escuchó el mensaje. Actualmente, se tiene la forma de mirar al otro y mostrarse, pero muchos prefieren no hacerlo. Gracias a los varios eventos virtuales que nos tocó organizar y moderar, encontramos algunas posibles causas de esta peculiar forma de preferir no dar la cara.
Causa 1. El interlocutor simplemente no está frente a su cámara. Al inicio de la sesión se conecta normalmente, quizá brinda un saludo a los asistentes con la cámara abierta, luego la deshabilita y se marcha a realizar otras cosas, como atender el trabajo de oficina, hacer comprar, trasladarse en un vehículo, caminar, fumar, etc.
Causa 2. Durante la sesión la persona está frente a la cámara, pero la cierra para comer y/o beber algo. Además, cierra su micrófono para que no se le escuche.
Causa 3. La persona está frente a su cámara, pero considera que no se encuentra “presentable”, es decir, podría estar sin maquillaje, con ruleros, despeinada, en pijamas, etc.
Causa 4. La persona está frente a la cámara, pero tiene al bebé en brazos o a un niño o niña en las faldas, incluso una mascota, a quienes atiende en forma paralela.
Causa 5. La persona está frente a la cámara, atendiendo la reunión, pero en otra computadora, laptop, celular o tableta, está realizando otra actividad, como ser otro trabajo, jugando o incluso atendiendo otra reunión virtual.
Entonces quien no establece contacto visual con los otros asistentes, suele colocarse audífonos o, si está cerca de la computadora, escuchar la sesión tal como se escucha la radio, esperando no ser sorprendido por una pregunta dirigida a su persona. Muchos se conectan desde el celular y van en vehículo, caminando o corriendo e incluso pueden responder preguntas por el micrófono de los audífonos, sin dejar de desplazarse.
Ahora, ¿qué ocurre con los asistentes que abren la cámara en toda la sesión? Si bien son pocos, no son menos importantes, ya que utilizan todas las funciones que ofrecen las plataformas. Existen estas situaciones en aquellos que abren la cámara durante la sesión:
Situación 1. El participante de la reunión abre y cierra la cámara en forma intermitente. Esto expresa un deseo de estar en la sesión, aunque tiene algunas cosas paralelas que va monitoreando de rato en rato.
Situación 2. El participante tiene la cámara abierta durante toda la sesión. En este caso pueden ocurrir diversas acciones.
Acción 1. El asistente mira a la cámara todo el tiempo, en forma consciente y expectante.
Acción 2. El asistente mira a la cámara y va tomando apuntes en una hoja de papel o bien en una hoja Word al lado de la pantalla de la plataforma donde se ejecuta la reunión e incluso en una tableta.
Acción 3. El asistente mira a la cámara la mayor parte del tiempo y, ocasionalmente, se levanta o desaparece, para retornar minutos después.
Acción 4. El asistente mira a la cámara y, además, come y/o bebe algo. Si no silencia el micrófono, se escuchan sus degluciones.
Acción 5. El asistente mira a la cámara, pero se ve a su alrededor personas en movimiento o quietas, objetos en movimiento, incluso animales que a veces suelen rondar su cuerpo, como en el caso de los gatos. Si no silencia su micrófono, se escuchan los ruidos de su ambiente.
Acción 6. El asistente muestra algo de su cara en la cámara, por lo que no se lo ve con claridad. Esto se debe a la mala ubicación de la cámara o a una iluminación deficiente o excesiva.
Considerando lo anteriormente referido, es posible concluir que las reuniones virtuales, al no obligar a dar la cara a los asistentes, logra despersonalizar las sesiones, derivando, además, en que los participantes tiendan a no concentrarse plenamente en ellas, disminuyendo la posibilidad de su total aprovechamiento. Por otro lado, las sesiones demasiado largas, se hacen ciertamente tediosas y motivan el cierre de la cámara para, por ejemplo, preparar un café y así mantenerse despierto y/o atento.
Por tanto, es recomendable que no se usen más que cuando exista absoluta necesidad de hacerlo, y se tienda a efectuar reuniones presenciales.
La autora es antropóloga.