Pese a que la enseñanza presencial aumentó con respecto a curso anterior de 1,3 a 2,3 millones, se calcula que 1,7 millones de niños, tendrán todavía un acceso limitado, según datos del Ministerio de Educación. La directora de Save the Children en Ucrania, Sonia Khush, afirmó que en estos dos años «hay miles de niños y niñas que no pisaron las aulas ni conocido en persona a sus profesores y compañeros».
Sólo las escuelas que disponen con refugios antiaéreos con capacidad para todo el alumnado y el personal pueden reabrir por completo, las autoridades estiman que aún quedan por reformar unos 4.000 centros de todo el país, especialmente en zonas del este y el sur donde la amenaza de ataques aéreos es mayor.
Myroslav, de doce años, pasó la mitad de su educación aprendiendo desde casa, primero debido a la pandemia de covid-19 y ahora por la guerra. Y esto le pasa factura, como reconoce él mismo a Save the Children: «Antes sacaba mejores notas que ahora».
Vive en un pueblo de la región de Járkov, a apenas 70 kilómetros del frente de combate y recuerda que el curso anterior fue complicado, con ataques constantes.
Yevheniia, de 16 años, vive en Dnipro y en su instituto hay refugio, pero no tiene suficiente capacidad, por lo que pasa la mayor parte de su tiempo en casa. En su caso, le preocupa sentirse perdida en la sociedad, ya que no ir diariamente a clase afectó a sus relaciones con los compañeros.
Save the Children, que dispone de equipos móviles para suplir la falta de escuelas, incidieron en que, incluso en situaciones de conflicto, hay determinadas infraestructuras protegidas por el Derecho Internacional. Desde febrero de 2022, fecha de inicio de la ofensiva militar rusa, fueron destruidos más de 360 centros educativos y alrededor de 3.400 sufrieron años. (Europa Press).
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