El libro “Patrimonio Cultural Inmaterial. Guía para gestores culturales” de Luz Castillo Vacano, presentado anoche en la Feria Internacional del Libro (FIL) busca brindar algunas orientaciones sobre este proceso, además del sentido que tiene realizarlo.
La presentación se realizó en la Sala Jaime Mendoza. Esta obra, de 114 páginas, se caracteriza por brindar las pautas de elaboración de los expedientes técnicos que efectúan los gobiernos subnacionales para declarar sus expresiones culturales como patrimonio cultural inmaterial. Estará disponible en el stand de la librería Baúl del Libro después de la presentación.
¿QUÉ ES EL PATRIMONIO CULTURAL)
La pregunta mordaz a las autoridades de la cultura suele ser: “¿Para que declaran patrimonio a la marraqueta? En lugar de trabajar…”. Desde la década de 1990 existe en Bolivia un “nuevo sistema de representación” por el cual algunos objetos materiales, así como algunos rasgos o expresiones de la cultura son “extraídos” simbólicamente de su contexto para ser elevados a la categoría de “patrimonio cultural”.
El discurso que justifica esta acción es la “protección”: se declara patrimonio algo para protegerlo, aunque en los hechos no siempre es así. ¿A qué se debe esta preocupación? A tres elementos históricos: la aterradora destrucción de inmuebles durante la Segunda Guerra Mundial, el descubrimiento de ruinas en Grecia y Egipto y la inminente “desaparición” de culturas y lenguas indígenas.
Este último punto dio lugar a la preocupación por las expresiones de las culturas que fueron renombradas por la Unesco como “cultural inmaterial” siendo que una declaratoria podría elevarlas a “patrimonio cultural inmaterial”. Pese a los cuestionamientos de actores, gestores e intelectuales, la política de la patrimonialización de la cultura es asumida por el Estado Plurinacional de Bolivia.
El argumento de la “protección” se basa en que, después de “declarar” una expresión, es necesario “ponerla o valor” para que pueda ser salvaguardada y, además, contribuya al desarrollo humano de la sociedad. En este marco, si bien existen guías que orientan sobre el proceso de patrimonialización, aún no todos los gestores culturales conocen exactamente los mecanismos para lograr que una expresión cultural sea “declarada” patrimonio cultural inmaterial.