La estimación, realizada por la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), es la más baja desde el ciclo 1996/97, cuando el área de siembra apenas ocupaba 1,05 millones de hectáreas versus 3,30 M/ha sembradas en la última campaña, según reporta la página https://bichosdecampo.com/.
La situación presente en la actual campaña es desesperante para buena parte de las empresas agrícolas, porque el rendimiento promedio a nivel nacional se ubicaría en apenas 900 kg/ha, la cifra más baja en toda la historia paraguaya.
Este año, con la magra cosecha por lograr, la industria aceitera paraguaya, que cuenta con una capacidad instalada de procesamiento de 4,23 millones de toneladas por año, por lo que experimentará seguramente un incremento sustancial de la capacidad ociosa.
De hecho, el nivel de soja procesada en la última campaña (2020/21) por la industria aceitera paraguaya (2,80 millones de toneladas) es equivalente a la cosecha por lograr en el presente ciclo.
En tal escenario, la exportación de poroto de soja, que se envía en su mayoría a la Argentina en el marco del régimen de admisión temporaria, se reducirá de manera considerable este año, lo que representará un desafío para la industria aceitera argentina que suele emplear partidas paraguayas para asegurar un adecuado tenor proteico de los pellets y harinas de soja.
Pero la sequía no solo afecta al Paraguay, sino también a Bolivia, ya que, en zonas productoras de maíz, en especial, se registró falta de agua, lo que provocó la pérdida de cultivos de hasta más del 90 %, por ello el desabastecimiento del mercado interno.
Además, el grano está prohibido de llegar a mercados externos por disposición del Gobierno, al igual que el sorgo, mientras que el azúcar está condicionada al abastecimiento interno para salir a países vecinos.