La economía nacional registra una recuperación lenta, mientras las amenazas por la invasión de Rusia a Ucrania se acentúan en especial en la producción de alimentos y Bolivia registra cifras negativas en este tema, ya que la producción no alcanza para abastecer al mercado nacional, según el conversatorio de la Friedrich Ebert Stiftung (FES) sobre la economía boliviana en tiempo de la invasión de Rusia a Ucrania.
En el evento que se desarrolló el pasado jueves, se mostró una situación complicada para el país si es que el Gobierno no toma en serio la situación del conflicto bélico que afecta a todo el mundo, y ya se ve el efecto que dejó la guerra, la cual está en la escasez y alza de los precios de los alimentos, en especial de los granos.
El conversatorio fue iniciado con la exposición del economista y consultor independiente Mauricio Medinaceli, que presentó los efectos indirectos del conflicto bélico, que se registran en hidrocarburos y minería, positivamente, pero en alimentos de forma negativa.
Sin embargo, aclaró que el incremento de los precios de los commodities ya se venía antes de la pandemia y que el conflicto bélico aceleró este proceso, y uno de los comentaristas, Gabriel Espinoza, coincidió, por separado, con el autor del documento.
Al respecto, la politóloga y directora ejecutiva de la Fundación Alternativas, María Teresa Nogales, dijo que el tema de los alimentos será un tema complicado, al punto de que se verá la disponibilidad en los mercados y la capacidad de los países en adquirirlos.
En Bolivia, en los últimos años, se crearon varios programas y se destinaron miles de millones de bolivianos para la seguridad y soberanía alimentaria, sin embargo, a la fecha el país aumenta cada año la importación de alimentos, y reduce su producción.
Espinoza en una entrevista anterior, hizo notar que si bien la inflación es baja en el país, es en parte a los subsidios, que tienen límite, pero también está el contrabando, sin embargo, los productores son los que ponen el hombro a la estabilidad de precios con reducción de su margen de ganancia, que desincentiva la producción.
Con respecto a la recuperación de la economía, en su criterio es lenta y sumamente peligrosa, pues los países vecinos han superado los niveles de crecimiento previos a la pandemia, y Bolivia aun no lo logra.
Efectos
Por su parte, Medinaceli, en su exposición, aseguró que no hay un impacto directo del conflicto a la economía boliviana, debido a que las importaciones y exportaciones registran cifras menores, de ambos países.
Pero indirectamente si nos toca mediante el aumento de los precios de los commodities, que ya venían aumentando, pero el conflicto aceleró el incremento, sostiene a tiempo de indicar que el estaño y el zinc registraron valores altos, así como la urea, que hace más rentable la planta de urea y amoniaco.
El gas natural también subió de precio, pero el país no puede aprovecharla por la reducción en la producción, y todavía el margen entre importación de combustibles y exportación, es a favor de Bolivia.
Entre tanto, la minería lidera las ventas nacionales al mercado exterior, y el oro destaca en las exportaciones, pero a un costo ambiental muy alto por el uso de mercurio en la zona norte del departamento de La Paz, que afecta a las áreas protegidas. Solo como dato, la venta de minerales alcanzaron los 6.000 millones de dólares, pero a las regiones solo llega 500 millones.
El oro que explotan las cooperativas, representa ventas por 2.000 millones de dólares, y en regalías para las regiones no pasa de los 60 millones, según estimaciones.
ALIMENTOS
En el caso de los alimentos, Medinaceli señala que subirán las importaciones y las exportaciones disminuirán, lo que generará un saldo negativo. El experto sostiene que los precios implementados en el mercado para la gasolina, el pan y los dólares, son políticos.
“No obedece a la demanda económica sino a una demanda política. En la medida que se liberen, el costo político” puede ser alto, reflexiona.
Entre tanto, para la experta en planificación estratégica e hidrocarburos, Margot Ayala, el conflicto bélico traerá problemas a la producción, y en especial al medio ambiente, y sugiere no tomar a la ligera este tema.
Plantea dirigir la mirada a la producción de alimentos orgánicos, pues el mundo demandará este tipo de productos, sin embargo, lamenta que no haya políticas públicas para que se pueda apoyar a este tipo de emprendimiento.
En su momento, el docente e investigador de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Lucio Tito, también dijo que no se apoya a la producción orgánica, al mostrar que los productores deben ofertar su producción en el piso, y no hay un centro especial para exponer este tipo de productos.
Aseguró que no hay seguridad alimentaria, y menos soberanía, debido a que el apoyo que reciben las comunidades, son aislados, pues los programas no coordinan su trabajo para dirigir los recursos a ciertas regiones o zonas.
Importación
Una muestra de ello es la importación de trigo para la elaboración de harina para mantener el precio del pan de batalla, ya que el país no es autosuficiente, tiene un déficit significativo, y a pesar de los incentivos, con precios menores a los del mercado internacional, el volumen de siembra no se incrementa.
Por otra parte, Ayala lamenta que se incentive el uso de transgénicos, ya que no tiene sentido en un país tan diverso, como lo es Bolivia, y dejando a la agricultura tradicional, y ser más dependiente de las transnacionales por el uso de sus semillas.
Mientras tanto, el Gobierno asegura que sus medidas reducen los efectos de la guerra, pero el superávit comercial obedece a los precios altos de los commodities, y la minería ayuda a recibir más recursos.