Neymar Jr. y la cúpula catarí del PSG, la misma que lo ninguneó en verano pasado impidiendo su salida hacia el Camp Nou, están obligados a verse las caras los próximos días vía telemática para intentar acordar una rebaja salarial que el presidente, Nasser Al-Khelaifi, ya ha exigido en público a toda la plantilla. Con soberbia y ganas de humillar, los gestores del fondo soberano de Qatar Sports Investments (QSI), que controlan el accionariado del PSG desde Doha, impusieron a Neymar la pena de cumplir, como mínimo, un año más en París, contra su voluntad. El coronavirus, sin embargo, ha cambiado el escenario en una velocidad vertiginosa. La primera víctima fue el propio Neymar Jr., a quien el Barça le comunicó que se olvidara de acogerse, de forma unilateral, al artículo 17 17 del Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores de la FIFA. Por tanto, el regreso del paulista al Camp Nou pasaba obligatoriamente por una nueva mesa de negociación entre los dos clubes, en la cual el Barcelona se sentaría con la propuesta de intercambiar jugadores.
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