La guerra Rusia-Ucrania aumentará el costo de vida a nivel global, y afectará a las personas más vulnerables, dentro de los que se incluye a mujeres, niños y trabajadores del sector informal, señala un informe del conflicto bélico elaborado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), y recomienda restaurar la provisión de alimentos y fertilizantes de ambos países.
Una señal se refleja en el incremento del precio de los granos a nivel mundial, ya que ambos países son principales productores, y el conflicto redujo la oferta internacional, que se reflejó en la escasez del producto y el incremento del precio.
En ese contexto, las autoridades bolivianas tomaron la decisión de prohibir la exportación de maíz y sorgo hasta finales de la presente gestión, y que el azúcar dependerá de la certificación de abastecimiento y a precio justo, para su venta al exterior, aunque el Gobierno señaló que obedece a la seguridad alimentaria.
INFORME
El informe señala que se debe trabajar para estabilizar los mercados mundiales, reducir la volatilidad y abordar la incertidumbre de los precios de las materias primas. «Estamos al borde de la crisis global del costo de vida más severa en una generación», señala el documento.
El secretario General de la ONU, António Guterres, y la secretaria General de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo, Rebeca Grynspan, presentaron el segundo informe del Grupo de Respuesta a la Crisis Global sobre Alimentos, Energía y Finanzas.
El informe también demuestra la naturaleza interconectada de las tres dimensiones de la crisis: alimentos, energía y finanzas. Y especifica que abordar solo un aspecto, no resolverá la crisis global en la que se encuentra la economía mundial.
Eso está creando un círculo vicioso del costo de vida que aumenta el impacto en las familias y los países. Los ingresos se reducen y las familias se ven obligadas a decidir cómo asignar las finanzas familiares cada vez más reducidas.
Tal vez elegir entre saltarse una comida, mantener a los niños en la escuela, comprar alimentos menos nutritivos, mantener abierto un negocio familiar o pagar las facturas médicas, reflexiona.
La actual crisis alimentaria puede convertirse rápidamente en una catástrofe alimentaria de proporciones mundiales en 2023. Los costos más altos de la energía y las restricciones comerciales sobre el suministro de fertilizantes de la región del Mar Negro han provocado que los precios de los fertilizantes aumenten incluso más rápido que los precios de los alimentos.
«Si la guerra continúa y los altos precios de los cereales y los fertilizantes persisten hasta la próxima temporada de siembra, la crisis actual podría extenderse a otros alimentos básicos como el arroz, afectando a miles de millones de personas más», advierte.
«Esta es una crisis global de la que nadie puede escapar», aseguran los expositores y agregan que con el conflicto bélico comienza otro círculo vicioso; el ciclo de malestar social que conduce a la inestabilidad política como resultado de la capacidad debilitada de los países y las familias para hacer frente a otra crisis mundial, además de la pandemia de covid-19 y la crisis climática.
Los datos del informe muestran que un aumento del 10 % en los precios de los alimentos representará una disminución del 5 % en los ingresos reales de las familias más pobres y el 5 % de sus ingresos es lo que gastan normalmente las familias en salud.
El 60 % de los trabajadores en todo el mundo tienen ingresos reales más bajos que antes de la pandemia. Alrededor de 1.600 millones de personas están expuestas e incapaces de hacer frente a la crisis. Y el 60 % de los países más pobres están agobiados por la deuda o corren un alto riesgo de contraerla.
Subsidios
Mientras tanto, los subsidios implementados en el país no transfieren el aumento del costo de los productos al consumidor, debido a que son absorbidos por el Gobierno; pero también por los productores y comercializadores quienes reducen sus ingresos.
El economista y exdirector del Banco Central de Bolivia (BCB), Gabriel Espinoza, explicó que cerrar la economía fue fácil, pero se hace cuesta arriba abrir nuevamente las actividades económicas, y así lo muestra la gestión pasada, por los problemas que se registraron en las cadenas logísticas y las rutas navieras, entre otros.
A ese escenario se agrega la invasión de Rusia a Ucrania, región sensible por la producción de trigo, maíz y aceite comestible, y la acumulación de hechos generan presiones inflacionarias para el mundo.
Los países de la región, como Chile, Argentina, Colombia y Perú, entre otros, ya sintieron estas consecuencias, en especial los consumidores. Mientras en Bolivia los subsidios y la reducción de los ingresos de productores y comercializadores, son los que absorben el incremento, señaló Espinoza.
Los productores de todos los rubros no pueden transferir el incremento de los costos a los consumidores, debido a que los precios de los productores están regulados, y por esta razón bajan sus márgenes de ganancia, pero solo será sostenible en el corto plazo, advierte.
Recomendaciones
Seguimos convencidos de que no puede haber una solución efectiva a la crisis alimentaria mundial sin reintegrar la producción de alimentos de Ucrania, así como los alimentos y fertilizantes producidos por Rusia en los mercados mundiales, a pesar de la guerra.
Restaurar la disponibilidad de fertilizantes, garantizar el acceso de los pequeños agricultores y monitorear los suministros en todas partes durante los próximos 18 meses será fundamental, recomienda.
Por su parte, Espinoza recuerda que las recomendaciones de los organismos internacionales, de no establecer prohibiciones a la exportación, ayudaría a generar recursos, pero lamenta que los gobiernos populistas realicen todo lo contrario, como cerrar fronteras, lo que reduce la oferta de productos.