Un estudio que utilizó herramientas teóricas basadas en alometría (ecuaciones con variables de la naturaleza), calculó que en los incendios ocurridos en 2019, ardieron más de dos millones de hectáreas de bosques chiquitanos de Bolivia y que aproximadamente 5.914.527 es el número de mamíferos que murieron directamente por el fuego, la mayoría en áreas protegidas.
Los números por especie que perecieron varían entre cuatro individuos de jaguar hasta más de 3,6 millones de roedores. Y las estimaciones basadas en un muestreo en terreno, indican la posible muerte de 3.060 especies de Tayassu pecarí conocido como tropero y 6.220 de Pecarí tajacu o taitetú.
“Nuestras estimaciones no son irreales, al compararlas con los pocos datos de campo que se logró obtener, muestran la magnitud del daño causado por una política poco responsable de apertura de la frontera agrícola”, destaca el resumen del artículo científico: Muerte de mamíferos por los incendios de 2019 en la Chiquitania, publicado en abril de este año.
El biólogo Luis Pacheco que lidera la investigación, docente investigador de la Facultad de Ciencias Puras de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), informó que, “las ecuaciones utilizadas relacionan el tamaño de la especie con su densidad. La densidad se entiende como el número de individuos (de una especie) en una superficie dada”.
Explicó que la estimación de mortalidad de fauna (más de 5,9 millones de mamíferos), puede resultar solo una pequeña fracción de lo que se ha perdido en términos numéricos.
“Los mamíferos son solo un grupo de vertebrados, este grupo incluye peces, anfibios, aves y reptiles. Las aves y los murciélagos (que tampoco consideramos, por ser mamíferos voladores) son muy diversos (muchas especies) y suelen ser muy abundantes. Imaginemos si incluimos, además, a los invertebrados como insectos, lombrices, caracoles, además de otros”, agregó.
TASA DE MORTALIDAD
En algunos casos el estudio obtuvo tasas de mortalidad estimadas en campo, pero la mayoría de las especies carecen de un estudio a ese nivel, y en ese caso utilizó tasas de mortalidad estimadas, según el criterio de otros expertos.
Por ejemplo, el artículo considera que la mortalidad de felinos de gran tamaño como Panthera onca (jaguares) y Puma concolor (pumas) es muy baja, cinco por ciento (5 %), “suponiendo que su agilidad les permitiría escapar del fuego; mientras que la mortalidad de especies de hábitos arborícolas se consideró muy alta, presumiendo que su ruta de escape sería hacia la copa de los árboles; y la probabilidad de sobrevivencia de animales que frecuentan ambientes acuáticos, sería mayor debido a la posibilidad de escape hacia el agua”.
Entre los resultados, el estudio destaca que el total estimado de mamíferos muertos directamente por acción del fuego es de 5.914.527 especies, con números relativamente bajos para felinos como jaguar (3) y puma (5), hasta muy elevados, como 32.800 para la carachupa (Didelphis marsupialis) y 130.650 para el chichilo (Saimiri boliviensis).
La mayor parte de las especies posiblemente muertas corresponden a roedores, que son siempre los más abundantes, mientras que los carnívoros habrían sido el grupo menos afectado en términos numéricos. La mayoría perecieron en áreas protegidas de la Chiquitania (Ñembi Guazú, Valle Tucabaca y Grandes Lagos de Exaltación).
Pacheco considera que, el llamado de atención debe entenderse como un cuestionamiento al modelo de desarrollo imperante a nivel global. ¿Cómo puede la humanidad priorizar las ganancias económicas sobre la salud ambiental?
“La respuesta es obvia: el dinero no nos da de comer, quien nos da de comer es el ambiente, la naturaleza, la pachamama o como quiera la gente llamarle. Comemos comida, no billetes. La comida se produce en la tierra y la tierra (el suelo, si lo prefieren) depende de los procesos ecosistémicos, no depende de cuán rico es un país, sino de cuán bien maneja sus suelos”, enfatizó. (CienciaBolivia)