El femicidio es considerado actualmente como una de las problemáticas más relevantes que enfrenta la sociedad, en tanto máxima expresión de la violencia contra las mujeres, ello se debe a varios factores que van desde la pobreza, depresión y abuso de sustancias, trastornos de personalidad y otros, manifestó a EL DIARIO la psicóloga clínica Mariela Baldivieso Lema.
Baldivieso apuntó que los feminicidios existieron siempre, solo que ahora son más visibilizados porque los medios de comunicación persiguen este tipo de noticias que antes eran difundidos por uno o dos programas específicos.
“Ahora todos los medios están con eso, es un fenómeno social que se viene dando hace muchos años y ahora con mayor razón por la incidencia de la pandemia, la pobreza, el consumo excesivo de fármacos y de alcohol que se da producto de la depresión porque al haber esta caída en la economía, muchas familias se han visto enfrascadas en una realidad que no querían ver”, explicó.
Manifestó que hay agresores que tienen trastornos de personalidad pero que nunca lo manifestaron porque tenían trabajo y la mujer no se daba cuenta de estas patologías, empero a medida que se ingresó a la cuarentena rígida en el país debido al covid, tuvieron que pasar más tiempo juntos y se develaron esos trastornos cuya consecuencia fue el incremento de feminicidios, violaciones, infanticidios y otros ilícitos.
“Los feminicidios no pueden responder a una sola variable, es multicausal, es una relación entre pobreza, depresión y abuso de sustancias y trastornos de personalidad. Algunos empiezan con trastornos de personalidad y eso es más severo porque se mantienen a lo largo del tiempo y no son tratables a nivel terapéutico, no tienen eficacia en el tratamiento”, apuntó.
TRASTORNO DE
PERSONALIDAD
Aclaró que el sujeto que tiene trastorno de personalidad no toma en cuenta que está enfermo, por ello lleva una vida relativamente normal. El maltratador no se da cuenta porque son personas totalmente normales. “Son muy pocos los casos que pueden encontrar que tienen enfermedad mental, el porcentaje más o menos es el 10 %”.
“Los violentos tienen un comportamiento antisocial, muchos de los que han violentado de alguna manera a una mujer tienen antecedentes antisociales, son gente delincuencial y que no siente culpa por quitar la vida a otro ser humano”, dijo.
Asimismo, manifestó que un maltratador empieza en la infancia, cuando la mamá no da esa mirada apreciativa de afecto en los primeros meses de vida del bebé.
“El bebé forja sus vínculos de apego con la madre y es muy importante el amor porque eso nos va a dar estabilidad a lo largo de nuestra vida, cuando hay ausencia de apego, la madre rechaza al niño o simplemente trabaja y lo deja al cuidado de otra persona pero no le da el afecto necesario, eso va a incidir en su vida adulta, la falta de empatía ante el otro y la vinculación con la mujer porque es un reflejo de la madre”, apuntó.
Manifestó que cuando se establece una relación de pareja, las mujeres se pueden dar cuenta si el hombre es violento en ciertos signos de comportamiento como los celos, que muchas veces se vuelven patológicos y ello sumado al consumo de alcohol es como un detonante ante la violencia.
“Este tipo de personas por lo general son narcisistas (egocéntricos), intentan satisfacer sus necesidades propias, no tienen empatía ante el dolor del otro ni empatía social, solamente piensan en su bienestar. La mujer que sienta que no es amada en su real dimensión y simplemente es usada como un objeto debe dar un paso al costado porque es cuando se empiezan a ejercer la violencia, porque quiere controlar y no solo hablo de la violencia física que es lo último, sino a la psicológica porque un maltratador empieza con la violencia psicológica que es sutil y que muchas veces las mujeres dejan pasar por alto”, explicó.
Manifestó que la indiferencia, el no tomar en cuenta sus opiniones son solo algunos indicios de desvalorización, coadyuvando a la baja autoestima que producen en las víctimas o en las compañeras.
“No todo violento es psicópata, estos pueden ejercer solamente violencia psicológica y no física, empero hay otros que sí tienen esa patología, odian al género femenino y concretan la violencia descuartizando, mutilando, la mayor parte las mutilan en sus partes genitales. Algunos les echan ácido en sus rostros, por eso vemos esta violencia brutal”, dijo.
FEMINICIDIO
La profesional dijo que el feminicidio es la culminación de un proceso de violencia. Aseveró que es fundamental que la mujer tome en cuenta que la violencia empieza con la psicolgía sutil que supone la desvalorización.
“Cuando te grita y después te pide perdón y vuelve a repetir el mismo ciclo de violencia, ese maltrato es sistemático y va minando tu capacidad psíquica, la persona empieza a sentirse menos, poca cosa y se va dejando envolver en la manipulación”, acotó.
Explicó que las mujeres en su mayoría son dependientes emocionales y no han aprendido lo que es la autonomía emocional y no pueden valerse por sí mismas porque se han vuelto dependientes del varón, fruto de la carencia afectiva en la infancia. “El apego es como una adicción”.
Manifestó que debido a ese apego que algunas mujeres tienen hacia su pareja hace que permitan violaciones contra sus propias hijas, responsabilizándolas del comportamiento agresivo del varón.
“Muchas veces he visto en mis consultas a mujeres que les han dicho tú le has provocado, tú te has ofrecido a mi esposo, con celos y no ven más allá del abuso sexual, del maltrato a los menores, porque el maltratador lo va a hacer contra las mujeres y niños porque son frágiles y eso necesitan ellos para engrandecerse”, advirtió.
En criterio de la profesional, la solución a esta problemática social pasa por el Estado, los gobiernos departamentales y municipales.
Manifestó que se debería implementar en la currícula escolar una materia para revalorizar a la mujer y cambiar el chip mental de las mismas porque muchas de ellas lo que hacen es perpetuar el machismo a través de los hijos. “Salir del molde es difícil pero no es imposible, deberíamos poner los esfuerzos para ello”, dijo.
“Nosotras somos propiciadoras de la violencia y eso debemos cambiar y no seguir los patrones de nuestros antepasados. El mayor regalo que nos puede dar un hombre es el respeto”, apuntó.