“Queremos destacar que se haya confirmado la posibilidad de compra por Emapa de unas 200 mil toneladas de grano de trigo, porque eso genera certidumbre de mercado al productor, de que su producción será adquirida, ya sea por Emapa o por la industria molinera local”, afirmó el Presidente de Anapo, Fidel Flores.
La demanda interna de trigo es de unas 700.000 toneladas, de las que 300.000 son cubiertas por la producción nacional (el 73 % producción de Santa Cruz) y 400.000 toneladas a través de la importación y el contrabando, principalmente de la Argentina.
En la próxima campaña agrícola, Emapa pretende acopiar al menos 200.000 toneladas de trigo, entre el grano cosechado por ella y el comprado a los pequeños y medianos productores. Flores añadió que dicho anuncio genera mayor certidumbre de mercado a los productores trigueros para su producción.
El jueves, el ministro de Desarrollo Productivo, Néstor Huanca, anunció que el precio base referencial de la tonelada de trigo para la campaña agrícola de invierno 2022 será de 390 dólares la tonelada, y que con ello buscan fomentar el cultivo del grano en el país en un momento en que existe incertidumbre de abastecimiento proveniente del sector panificador.
“Con relación al precio, lo tomamos como una base mínima de compra de Emapa que debería ser mejorada antes del acopio de la cosecha, en función de las condiciones de mercado que se den en ese momento”, aseveró el directivo, porque la posición de Anapo es que se debe fijar en función al precio de oportunidad de importación de trigo desde la Argentina.
El hecho de que Ucrania, uno de los mayores productores de trigo del mundo, haya suspendido sus exportaciones del grano causó el incremento de la demanda y el precio en el mundo. Según la Bolsa de Rosario en Argentina, la cotización del cereal para julio de este año será de 420 dólares la tonelada, cuando en una época previa al conflicto bélico se valoraba entre 280 y 300 la tonelada.
Flores enfatizó que será cada productor triguero quien defina si siembra trigo en función a sus propias condiciones productivas, y evaluando alternativas de siembra como el sorgo y girasol, que son de menor riesgo e inversión y que presentan mejores perspectivas de precios.