En las redes sociales se encuentra el relato por el que pasó uno pasajero el 30 de diciembre de 2022 en la aerolínea Boliviana de Aviación (BoA) con destino La Paz-Sucre, con su mascota y su jaula, que llegó a destino con desperfectos, porque fueron sustraídos los seguros del canil, que compró el dueño en el aeropuerto.
“Lamentablemente a pesar de lo que pasó con el gatito Tito, tuvimos que tomar la difícil decisión de viajar en esta aerolínea con nuestro perrito Max a pesar de lo acontecido, porque no podíamos dejarlo solo y es parte de la familia”, señala la dueña y sostiene que compraron un canil seguro para que no pasara nada con nuestro Max, ya que debía viajar en bodega por lo grande que es.
Al momento de comprar el canil, totalmente nuevo, la persona que me lo vendió me dijo: “tenga cuidado en los aeropuertos, siempre se roban los seguros”, no creí esto debido a lo miserable que sería, y no puedo imaginarme para que les serviría eso, señala el afectado.
Relató que para prevenir cualquier desgracia que pudiera pasar, puso un candado en la puerta del canil. “Llegando al aeropuerto de Sucre (luego de 2 horas de retraso que tuvo el vuelo y de que Max ya se encontraba sedado) al recibir a mi perrito, de lo único que me percaté fue que el esté bien, ya al llegar a la casa que tenemos allá me di cuenta que habían robado los seguros del canil, y no solo eso sino que también los rompieron, quitaron todas las tuercas de ambos lados y les pusieron una especie de abrazaderas de plástico amarillo”, denunció.
La dueña del can señala que ahora entiende porque se pierden las mascotas en el pésimo servicio de BoA. “Son unos miserables que roban unos seguros en lugar de prevenir y brindar la seguridad de nuestras mascotas, por la que uno paga (en mi caso fueron 155 bolivianos el costo y 1.400 del canil que compramos). Todos los que tenemos mascotas y viajamos con ellos sabemos que tanto el alquiler por día como la compra de un canil es muy costoso”, señala muy afligida.
Describe que fácilmente el perrito podría haber pasado el efecto de estar sedado por las horas de retraso del vuelo, haberse asustado, rascar el canil por lo hiperactivo que es y, por su fuerza, escaparse.
Al volver en la línea aérea, hizo el reclamo correspondiente, y para sorpresa suya, el personal que le atendió le dijo que ya no valía su queja porque debió hacerlo en ese mismo momento.
“No creo que uno pague por un servicio a una empresa supuestamente seria, y que tenga que preocuparse por si le robaron/malograron o no sus cosas y pensar en lo ladrones que son”, lamenta.