El déficit fiscal, a pesar de una balanza comercial positiva, debido al gasto corriente y a inversiones poco eficientes, provocó una caída de las Reservas Internacionales Netas (RIN), el Banco Central de Bolivia (BCB) decidió implementar medidas para reducir los efectos, pero todavía los resultados no son los esperados y las filas se vuelven cada día más largas en el ente emisor para comprar dólares. El año pasado, la Fundación Milenio ya había advertido sobre los problemas que provocaría en la economía.
En agosto de 2022, la Fundación Milenio publicó el análisis «menos divisas y más dependencia de combustibles importados, dibujan un escenario delicado para la economía boliviana». El documento ya advertía que si no se realizaba algunos ajustes, la situación podría empeorar.
Milenio informó, en su análisis, que las reservas caían mientras las importaciones de combustibles subían, y se reducía la balanza comercial, y por ello planteaba la necesidad de una política de disciplina y responsabilidad fiscal que cierre el desequilibrio en las finanzas públicas.
En las últimas semanas, los economistas Gonzalo Chávez, Gabriel Espinoza y Ernesto Bernal, en sus redes sociales y en declaraciones a la prensa, indicaban que el déficit fiscal aumentaba, recomendaban modificar su modelo, reducir el gasto corriente y apuntar a una inversión eficiente.
Chávez fue específico al indicar que la situación de la caída de las reservas tenía su origen en el déficit fiscal, y por ello se debía reducir el gasto y ejecutar mejor las inversiones.
En agosto, Milenio indicó que las reservas internacionales cayeron en 247 millones de dólares en el primer semestre de 2022, pérdida que refleja el déficit en el saldo global de la balanza de pagos debido a desequilibrios en el mercado monetario.
“El crecimiento en valor de las exportaciones se favoreció principalmente de los mayores precios internacionales y en algunos productos hubo una respuesta más que proporcional al aumento de los precios. Con excepción del gas natural y el estaño que registraron caídas en los volúmenes exportados”.
Si bien las exportaciones registraron un récord en 2022, por más de 13.500 millones de dólares, también las importaciones superaron la cifra, y al termino se registró un superávit de 603 millones.
Adelantaba que el valor de las exportaciones de gas natural fue menor al valor de las importaciones de combustibles. Tendencia que se está consolidando y ampliando debido al volumen creciente de compras externas de combustibles y al descenso en el volumen exportado de gas natural.
Ahora mismo Bolivia es más dependiente de la importación de combustibles, lo que entraña un riesgo para la seguridad energética del país, al mismo tiempo que escala el subsidio para estas importaciones, presionando sobre el déficit fiscal, ya advertía.
El análisis también señala que el gobierno no parece determinado a encauzar una senda de consolidación fiscal de mediano y largo plazo; indispensable para la estabilidad macroeconómica y el crecimiento. Tampoco existen señales de que las autoridades quieran tomar otras medidas para fortalecer la reactivación económica y productiva, fomentando las exportaciones, propiciando un clima de atracción de inversiones y levantando las restricciones y controles que frenan la actividad privada y el emprendimiento creador de empleo.
“La coyuntura favorable de mayores precios de gas natural, debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, favorece a YPFB y a los gobiernos subnacionales por el Impuesto Directo a los Hidrocarburos y las regalías. Sin embargo, la situación para el Tesoro General de la Nación es complicada por los elevados subsidios a los combustibles”, señala la nota.
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